Por su condición de bien público y su valor patrimonial, las Islas Atlánticas han visto incrementadas las regulaciones y medidas que restringen su acceso al visitante. Aunque ponerle puertas al campo, como dice el refrán, siempre ha sido impopular, hoy más que nunca es necesario. Existen razones de peso por las que se debe limitar el ratio de visitantes en xunta islas cíes y otros destinos del parque.
En primer lugar, las autoridades defienden la utilidad de este instrumento para mitigar la presión turística y ayudar a preservar el entorno natural de estos archipiélagos. Es lógico que una mayor afluencia de personas en un territorio acarrea, en mayor o menor medida, una degradación acelerada del mismo, sin mencionar su impacto sobre los ecosistemas marinos y terrestres.
El rotativo británico The Guardian, que ya reconoció en el pasado a Rodas como la mejor playa del mundo, ha alabado las medidas de la Xunta de Galicia para proteger el patrimonio natural de las Islas Atlánticas. «Antes de que el gobierno regional introdujera un límite diario al número de visitantes hace siete años, miles de personas llegaban allí todos los días del verano, lo que ponía al archipiélago bajo una enorme presión», señalaba el prestigioso diario.
Establecer límites al volumen de visitantes diarios en Ons, Cíes o Cortegada facilita además el control y la seguridad de estas experiencias. Cuanto menor sea el grupo, más sencillo será para las autoridades competentes monitorear su actividad y moderar cualquier acción perjudicial para el medio ambiente.
Menos turistas significa menos ruido. Por obvio que pueda parecer, la contaminación acústica en espacios naturales va en aumento, y la Xunta se propone impedir que las Islas Atlánticas se conviertan en la siguiente víctima de esta amenaza.
Por otra parte, el Parque Nacional de las Islas Atlánticas es un ejemplo a seguir porque su uso y disfrute se ha limitado, no prohibido como en otros espacios protegidos.